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lunes, 30 de noviembre de 2015

El Santuario Terrenal y Santuario Celestial

El santuario terrenal

En el tema anterior vimos que Dios preparó un diseño de su maravilloso plan de salvación para el pecador. Ya que Dios ama a sus criaturas y no las abandona sin esperanza a la muerte, decidió resolver el problema del pecado mediante un impresionante sistema de transferencia de pecado y castigo a sí mismo, haciéndose hombre y tomando sobre sí mismo el pecado del mundo entero, para proveer a cada ser humano la posibilidad de la reconciliación. Ya que la paga del pecado es la muerte, el perdón solo se pudo alcanzar mediante el derramamiento de sangre de un ser inocente. Rom. 6:23; Hebr. 22. Pero no de cualquier ser inocente. ¡Solo el autor de los diez mandamientos, que además vivía de acuerdo a sus mandatos podía ser el sustituto y morir y perdonar a aquellos que desobedecieron los mandamientos de Dios! De esta manera entendemos que el tema principal de todas las Sagradas Escrituras desde el inicio hasta el fin es el maravilloso perdón de los pecados, y la reconciliación con el Creador.
Vimos que Dios ama al pecador pero aborrece el pecado. Así que Dios desarrolló un plan concreto de salvación mediante el camino del santuario. Dios dio a Moisés precisas instrucciones de cómo debe ser construido el santuario terrenal con todos sus objetos y significados. Estas instrucciones encontramos en el libro del Éxodo en los capítulos 25 al 40. Para que Moisés entienda, Dios le mostró todo el diseño del tabernáculo y sus utensilios. Éx. 25:9. Lo maravilloso es que cada detalle es una representación de Cristo.
El Tabernáculo

El atrio (o patio)

En el atrio se encontraban dos objetos. El altar de los sacrificios y la fuente de bronce.

El altar de los sacrificios

En este lugar fueron sacrificados los animales puros (ovejas, carneros, etc.) para morir en el lugar del pecador arrepentido, tras confesar sus pecados, transfiriéndolas simbólicamente sobre el animal puro.
El altar de los sacrificios
La instrucción acerca de la construcción del altar de los sacrificios (el altar de bronce) encontramos en Éxodo 27:1-8. Era un símbolo para Jesucristo. Pues el Señor es “el Cordero, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. El profeta Isaías lo describió de esta manera con siglos de anticipación: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Is. 53:7. Vea también: Ap. 5:9; Hebr. 13:11, 12; 1 Pedro 1:18-20.

La fuente de bronce

La fuente de bronceEn este lugar los sacerdotes se lavaban antes de mediar entre el pueblo y Dios, pues Dios pide santidad y pureza de aquellos que intermediaban entre Dios y su pueblo.
La descripción de este objeto encontramos en Éxodo 30:18-21; 38:8.
El agua de esta fuente y su función purificadora es un símbolo del Señor Jesús, cuya sangre era inocente y sin pecado. Mat. 27:4; 1 Pedro 2:22.
Jesús desea limpiar y purificarnos de nuestros pecados, también mediante el bautismo de agua. Hech. 2:38; 22:16.
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.” Hebr. 7:26.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” Hebr. 10:19-22.

El lugar santo

En el lugar santo se encontraban tres objetos. El candelero de los 7 brazos, la mesa con los panes de la proposición y el altar del incienso.

El candelero de 7 brazos

El candelero de 7 brazosLa descripción de este objeto ontramos en Éxodo 27: 20; 30:7, 8 y 37:17-23.
El candelero de los 7 brazos estaba lleno de aceite y siempre encendido. El aceite es un símbolo bíblico del Espíritu Santo. Vea por ejemplo: Zac. 4:2-6.
De esta manera era un símbolo de Jesucristo, quien fue ungido por el Espíritu Santo en su bautismo y fue la verdadera luz del mundo. Mat. 3:16, 17; Luc. 4:18; Hech. 10:37, 38; Juan 1:9.
También nosotros debemos ser llenados del Espíritu Santo y ser luces en este
mundo. Vea 1 Cor. 6:19; Mat. 5:14; 25:1-12.

La mesa con los panes de la proposición

La mesa con los panes de la proposiciónLa descripción de este objeto encontramos en Éxodo 25:23- 30.
Nuevamente se trata de un símbolo de Señor Jesucristo. Pues Jesús es el pan de vida que siempre está por nosotros en la presencia de su Padre. Sin pan físico nos morimos físicamente. Y sin el pan espiritual nos morimos espiritualmente. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35.
Jesús es además simbólicamente el maná que descendió del cielo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre…” Juan 6:51. Vea también el pan de la santa cena que representa al cuerpo de Cristo. 1  Cor. 11:23, 24.

El altar del incienso

El altar del inciensoLa descripción de este objeto muy especial encontramos en Éxodo 30:1-7. Era el objeto más cercano al lugar santísimo (la presencia de Dios).
Sobre el el altar del incienso el sacerdote colocaba de mañana y de tarde por un ladoincienso y por otro lado ceniza del altar de los sacrificios.
El incienso representaba las oraciones de los creyentes. Vea: Salmos 141:2; Ap. 5:8; 8:3, 4.
La ceniza del altar de los sacrificios representaba la muerte sustituta del hijo de Dios por los pecadores. Por lo tanto era una representación de la justicia de Jesucristo.
La mezcla de ambos ingredientes es un aroma o perfume agradable a Dios que sube a su presencia celestial. Ef. 5:2; Lev. 16:12, 13; Éx. 30:34-38. Pues si nuestras oraciones pidiendo el perdón de nuestros pecados ascienden al cielo, por fe en lo que el hijo de Dios hizo por nosotros al morir por nuestros pecados en la cruz del Calvario, entonces Dios las recibe gozosamente.

El lugar santísimo

En el lugar santísimo representaba la presencia de Dios en la tierra. En el se encontraba solo un objeto. El arca del pacto.

El arca del pacto

El arca del pactoLa descripción de este magnífico objeto encontramos en Éx. 25:10-22; 34:28.
El arca del pacto contenía las tablas de la ley conlos diez mandamientos de Dios. Encima del arca del pacto se encontraba el propiciatorio con dos querubines de oro que miraban hacia la ley de Dios a través del propiciatorio.
Este era el lugar en el cual Dios se manifestó al Sumo Sacerdote una vez al año visible y majestuosa-mente como en la nube que ocultaba y a la vez revelaba su gloria. Éx. 25:22. La palabra hebrea Shekinah que significa “habitación” denotaba esta manifestación divina. Lev. 16:2; 2 Sam. 6:2. El lugar santísimo en el cual Dios se manifestaba, era una representación de su carácter y voluntad. Pues sujusticia y su misericordia, que son la expresión de su santo carácter y de su santa voluntad, se expresaron a través del arca del pacto con sus tres componentes, en aquel impresionante lugar.

La justicia y la misericordia divina

  • La ley (los 10 mandamientos) son una representación de la justicia de Dios.
  • El propiciatorio es una representación de la misericordia (gracia) de Dios.
¡Dios es justo pero también misericordioso! Ambos forman conjuntamente la esencia del carácter divino. Fue en la cruz donde se expresó esta realidad de la manera más dramática posible. Jesucristo murió ahí por causa de nuestros pecados (como nuestro sustituto voluntario). De esta manera cumplió con la justicia. Pero a la vez padeció en ese lugar por amor, gracia y misericordia hacia los pecadores, para poder proveernos el perdón de nuestros pecados si nos arrepentimos de ellos y los confesamos al Señor, pidiendo sincero perdón por nuestras transgresiones. Recuerde siempre que pecado es transgresión de la ley cuya paga es la muerte, “mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” 1 Juan 3:4; Rom. 6:23.

Los ángeles observan la justicia de Dios a través de su misericordia

Los dos querubines que estaban sobre el propiciatorio miraban hacia la santa, justa y buena ley de Dios a través del propiciatorio. Estos dos querubines representan a todas las huestes angelicales que observan atentamente la voluntad de Dios, expresada por su santa ley, a través de la misericordia divina. Y como vimos, entre ellos se manifestó la presencia de Dios sobre el propiciatorio, cuyo único objetivo era el de cubrir con misericordia los mandamientos de Dios, para proveer perdón de los pecados.
Veamos un ejemplo de cómo esto se plasma en la realidad del pecaminoso ser humano. Un publicano había pecado. El estaba consciente de su transgresión y se arrepintió de corazón con sinceridad buscando el perdón de su pecado mediante la misericordia de Dios. Jesús nos relato acerca de él:
“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.” Luc. 18:13.
La palabra “se propicio a mí”, se refiere directamente al propiciatorio. Es como decir “se misericordioso o benigno conmigo, a pesar de mi pecado que merece castigo”.
  • ¡Y lo maravilloso es que Jesucristo anhela otorgarnos el perdón de nuestros pecados! ¡Es por eso que murió en la cruz del Calvario por nosotros! Recuerde el estudio del tema anterior.

El día Yom Kippur

Yom KippurA la presencia de Dios, en el lugar santísimo, entró tan solo el Sumo Sacerdote una vez al año, en representación del entero pueblo de Dios. Lev. 16:34; Hebr. 9:7. Fue siempre en el día llamado en hebreo Yom Kippur. ¡Era el gran día de las expiaciones (de los pecados) y a la vez el día del juicio! Lev. 16:30.
El Sumo Sacerdote tuvo en sus vestiduras unas campanillas que sonaban al caminar. La santidad de Dios en el lugar santísimo no permitía la presencia del pecado. Tal como la sombra no puede existir en la luz. Es por eso que según la tradición judía, el Sumo Sacerdote tenía que atar una cuerda alrededor de su cuerpo antes de entrar a la presencia de Dios en el lugar santísimo. Si todavía había pecado consciente en su vida que no había confesado moriría, las campanas iban a dejar de sonar y se le iba a jalar desde afuera. Éx. 28:33-35. La Palabra de Dios no registra casos en que esto haya ocurrido. Con seguridad los Sumo Sacerdotes eran muy conscientes de esta realidad y tomar la preparación de entrar en la presencia de Dios muy en serio.

La purificación del santuario

La purificación del santuarioEl día Yom Kippur era la culminación de la liturgia del santuario. Era una solemne ceremonia en la cual se realizaba ¡la purificación simbólica del santuario!
Recuerde que estamos estudiando el contexto para entender la impresionante profecía de tiempo “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.” Dan. 8:14.
La descripción del “día de la expiación” en el cual el santuario terrenal era purificado una vez al año, encontramos en Levítico capítulo 16.
El día Yom Kippur caía en el 10º día del 7º mes del calendario tradicional judío, es decir en octubre, según nuestro calendario occidental.
Era la fiesta más importante del calendario religioso judío. Como vimos era el único día en el cual el Sumo Sacerdote entraba al lugar santísimo.
Todos los días del año ocurrió que los pecadores confesos vinieron al santuario y pusieron sus manos sobre el animal inocente y puro, generalmente uncarnero, tras arrepentirse de sus pecados. De esta manera transfirieron su culpa simbólicamente al animal, antes de degollarlo. Fue así como el pecador obtuvo el perdón de su transgresión y volvió a su hogar en paz, pues la sangre inocente había sido derramada en su lugar, prefigurando a la sangre de Jesucristo en la cruz. Lev. 4:20; Hebr. 9:14, 22; 1 Pedro 1:18, 19.
  • El sacerdote rociaba algo de la sangre del animal sacrificado sobre el altar de incienso, de los sacrificios y en el piso frente al velo interior del lugar santo. De esta manera ¡el pecado seguía existiendo en forma de un registro en el santuario, contaminándolo! Lév. 16:16.
¡Es por eso que se requería una vez al año la purificación del santuario, para limpiarlo simbólicamente de todos los registros de pecados acumulados por el pueblo durante todo el año! Eso ocurrió en el importantísimo Yom Kippur, el día de la expiación (de los pecados). De esta manera el santuario quedó nuevamente restaurado, rectificado y justificado.
En el Yom Kippur se sacrificaban dos machos cabríos para la expiación. Lev. 16:5. Uno era sacrificado al inicio de la expiación. Con su sangre el Sumo Sacerdote entró al lugar santísimo y la esparció sobre el propiciatorio y delante de él. Al salir roció con su sangre también el santuario mismo y el altar del incienso en el lugar santo y el altar de los sacrificios en el atrio (patio). Lev. 16:15-19
“Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas.” Lev. 16:15, 16.

El macho cabrío Azazel

El macho cabríoLuego, en representación del Mesías, el Sumo Sacerdote tomó sobre sí todos los pecados y los transfería al macho cabrío dedicado a Azazel, el cual era enviado al desierto. De este modo se eliminaba todo el pecado del campamento.
El día de expiación, entonces ilustra el proceso de juicio que enfoca la extirpación del pecado. ¡El macho cabrío, Azazel, como chivo expiatorio no era sacrificado ni participaba de la expiación del santuario! Lev.16:10, 20-22; Heb.9:22. Es tratado como un ser personal, en todo sentido opuesto a Dios. Lev.16:8. Por lo tanto este macho cabrío simbolizaba al diablo quien es finalmente el causante y culpable de todos los pecadoscometidos. El no es matado sino enviado al desierto a morir solo, sufriendo de esta manera el castigo por todos los pecados que ha provocado directa o indirectamete.
También en el libro apócrifo de Enoc 8:1, Azazel era considerado como un tipo de Satanás. Los pecados del pueblo, y por ende también el castigo merecido por el pueblo, eran puestos sobre la cabeza del azazel, el chivo expiatorio. Este llevaría sobre sí los pecados del pueblo y el castigo merecido. La figura del Azazel enviado al desierto es interpretado como la imagen del diablo, siendo lanzado finalmente al lago de fuego. Apocalipsis 20:10.

El día del juicio

El día del juicioEl día de las expiaciones (Yom Kippur), era a la vez el “día de juicio” para el pueblo de Dios.
Al primer día del 7º mes se tocaban las trompetas. Todo el pueblo sabía que había comenzado el tiempo de preparación para el Yom Kippur (el 10º del 7º mes).
Ahora el pueblo tenía 9 días para prepararse para ese gran día. La gente se afligía y se sometía a un profundo examen de conciencia. Buscaron el sincero perdón de sus pecados, arrepintiéndose y arreglando sus cuentas con Dios y el prójimo. Pues el propósito del Yom Kippur era eliminar el pecado ceremonialmente del santuario, pero en realidad ¡del corazón y de la vida del ser humano! Lev. 16:30-33.
El que no participó era exterminado del pueblo. Lev. 23:29, 30.
En ese sentido era mucho más que un día de reconciliación y de expiación del pecado. ¡Era un día de juicio!
Los rabinos describieron ese día como un día de juicio en el cual fue pronunciada la sentencia final.
“La idea de un día universal de juicio domina ese período de diez días de penitencia y se expresa particularmente en la oración denominada `Unethanneh Tokef` que se eleva en el Yom Kippur.” The Universal Jewish Encyclopedia (La enciclopedia universal judía.)
Gráfico del Yom Kippur

“Dios, el Señor sobre el trono, como juez del mundo… Se abre el libro de las memorias. Se lo lee. Los registros de cada ser humano están en él. La gran trompeta suena; se escucha una voz tranquila y suave. Los ángeles tiemblan y dicen: “Este es el día del juicio… En el día de año nuevo se declara la sentencia. En el día de la reconciliación queda sellado, quién vivirá y quién morirá.” Enciclopedia Judía, Tomo II, pág. 286.

La fecha de vencimiento del santuario terrenal

El santuario terrenal del pueblo hebreo tuvo una fecha de vencimiento. Hebr. 8:13. Aunque cumplió una función santa y divina durante muchos siglos fue imperfecto y defectuoso. En el siguiente capítulo veremos las razones porque fue imperfecto y defectuoso. Por lo tanto  tuvo que ser reemplazado por el ministerio celestial de nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo en la primavera del año 31 d.C. a la mitad de la última de las 70 semanas, cuando Jesucristo murió en la cruz del Calvario, tras cumplir su santo propósito temporal. Con la muerte de “Cordero de Dios” en la cruz cesaron los sacrificios y las ofrendas; y las leyes ceremoniales del pacto antiguo fueron abolidas, hecho representado por el velo del templo que fue rasgado desde el cielo en dos, de arriba abajo, por la mano de Dios. Recuerde los temas anteriores.
En esa fecha histórica, Jesucristo comenzó su ministerio divino como nuestro Sumo Sacerdote en el santuario celestial.

El santuario celestial

La mayoría de las personas no sabe que existe un santuario celestial al cual el Señor Jesús ascendió tras su resurrección, para comenzar su ministerio como nuestro gran Sumo Sacerdote celestial. Aunque hay varios versículos que describen esta realidad con bastante detalle. En primer lugar el santuario terrenal era una sombra, una figura, un ejemplo, en tipo o una representación de la realidad celestial. Pues el santuario terrenal fue realizado según el diseño del tabernáculo celestial que ya existía.
“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.” Éx. 25:8, 9.
El santuario celestialEl libro Hebreos habla mucho al respecto. Veamos algunas citas:
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre… Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte… Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.” Hebr. 8:1, 2, 4, 5, 7.
“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención… Fue, pues, necesario quelas figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.” Hebr. 9:11, 12, 23, 24.
  • Incluso San Juan vio el santuario celestial en una visión.
“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo…” Ap. 11:19.

La purificación del santuario celestial

Tal como el santuario terrenal necesitaba ser purificado de los registros de los pecados acumulados durante el año como hemos visto en este tema; el santuario celestial también debe ser purificado de la misma manera de los registros de los pecados acumulados.
Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero [fue necesario que] las cosas celestiales mismas [fuesen purificadas], con mejores sacrificios que estos.” Hebr. 9:22, 23.
Desde la primavera del año 31 d.C. hasta otoño del año 1844 Jesucristo estaba ministrando en el lugar santo del santuario celestial. Y en otoño del año 1844, al cabo de los 2300 años entró como nuestro Sumo Sacerdote al lugar santísimo para realizar la purificación del santuario celestial, es decir la expiación de los pecados acumulados mediante el juicio; en presencia de las vastas huestes angelicales.
Como vimos hace unos instantes, el santuario terrenal tuvo una fecha de vencimiento, que ocurrió con la muerte de Cristo en la cruz en el año 31 d.C. Tras su resurrección ascendió al cielo y comenzó su ministerio como nuestro Sumo Sacerdote en el santuario celestial. Por lo cual cuando la profecía nos presenta la purificación del santuario, solo se puede referir al santuario celestial que está en vigencia, pues el santuario terrenal ya no existe hace casi 2000 años.
Ahora entendemos con más claridad las secuencias que estudiamos en los temas anteriores.
Daniel 2:34, 35, 44, 45 – La piedra = la sentencia contra la humanidad juzgada
Daniel 7:9, 10 – El Juicio celestial = en algún momento después de 1798
Daniel 8:14 – La purificación del santuario celestial = el juicio en 1844

Santuario terrenal y Santuario Celestial

  • ¡Esto significa que vivimos hace más de 160 años en el juicio! ¡Qué descubrimiento solemne! Tras el juicio viene la sentencia y el castigo de las plagas, seguido por el retorno de Jesucristo y el inicio de su reino eterno. ¡Ahora es el momento en el cual Dios nos llama a la misma actitud de arrepentimiento como del pueblo hebreo de la antigüedad! ¡Ahora es el momento en que nuestros pecados deben ser expiados y nuestras conciencias deben ser limpiadas de toda maldad! ¡Ahora es el momento en que debemos arreglar todas nuestras cuentas con Dios y el prójimo pues vivimos en el solemne juicio! Y el que no hace caso y persiste en sus pecados y rebeliones no podrá prevalecer en el juicio y su nombre será borrado del libro de la vida y no podrá heredar la vida eterna. Ap. 3:5.
  • ¡Vivimos en la última fase de la historia humana! Tenemos que prepararnos para el glorioso retorno del Señor.

Recuerde que los 490 años que fueron cortados, sellan la profecía de los 2300 años. Es decir: la fecha de la reconstrucción de Jerusalén y del templo, como también del bautismo y de la muerte de Cristo en la cruz, son “el sello de garantía” que la fecha de 1844 es correcta. Dan. 9:24.

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