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sábado, 19 de febrero de 2011

El Santuario y El Sábado


"Fué abierto el templo de Dios en el cielo, y fue vista en su templo el arca del Pacto."(Apoc, 11:19.VM). El Arca del Pacto de Dios está en el lugar Santísimo, en el segundo departamento del santuario.
En el Servicio del tabernáculo terrenal, que servía " de mera representación y cosas de las cosas celestiales" , este departamento sólo se abría en el gran día de la expiación para la purificación del santuario.
Por consiguiente, la proclamación de que el templo de Dios fue abierto en el cielo y fue vista el arca de su pacto, indica que cuando Criso entró en él para consumar la obra final de la expiación.
Los que por fe siguieron a su Gran Sumo Sacerdote cuando dio principio a su ministerio en el Lugar Santísimo, contemplaron el arca de su pacto.
Al estudiar el asunto del Santuario, llegaron a entender que se había realizado un cambio en el ministerio del Salvador, y vieron que estaba oficiando entonces como intercesor ante el Arca de Dios, y que ofrecía su sangre en favor de los pecadores.
El arca que estaba en el tabernáculo terrenal contenía las dos tablas de piedra, en las que estaban inscriptos los preceptos de la ley de Dios. El arca era sólo un receptáculo de las tablas de la ley, y esa ley divina la que daba valor y carácter sagrado a aquélla. Cuando se abrió el templo de Dios en el Cielo, se vio el arca del pacto.
En el Lugar Santísimo, en el santuario celestial, se encuentra consagrada y entronizada la ley divina, la ley promulgada por el mismo Dios entre tuenos en el Sinaí y escrita por su propio dedo en las tablas de piedra.
La ley de Dios se encuentra en el Santuario Celestial es el gran original del cual eran copia exacta los preceptos grabados en las tablas de Piedra y consignados por Moisés en el Pentateuco. Los que llegaron a comprender este punto importante fueron inducidos a reconocer el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Comprendieron mejor que nunca la fuerza de las palabras del Salvador: "Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley" (Mateo 5:18,VM). Como la ley de Dios es una revelación de su voluntad, un trasunto de su carácter, debe permanecer para siempre "como testigo fiel en el cielo".
Ni un mandamiento ha sido anulado; ni un punto ni un tide han sido cambiado. Dice el Salmista:" Hasta la eternidad, Oh Jehová, tu palabra permanece en el cielo". "Seguros son todos sus preceptos, establecidos para siempre jamás" (Salmos 119:89; 111:7,7,8,VM)

En el corazón mismo del Decálogo se encuentra el cuarto mandamiento, tal cual fue proclamado originalmente: " Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el séptimo es día de descanso para Yahvé, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. Pues en seis días hizo Yahvé el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen y el séptimo descansó; por eso Bendijo Yahvé el día del Sábado y lo hizo sagrado"(Exodo 20:8-11, Biblia de Jerusalén).

"He aquí he puesto delante de tí una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar" (Apoc.3:7,8.VM)
Cristo había abierto la puerta o ministerio, del lugar santísimo; la luz brillaba desde la puerta abierta del santuario celestial, y se vió que el cuarto mandamiento estaba incluido en la ley allí encerrada; lo que Dios había establecido, nadie podía derribarlo.

Los mensajes del Capítulo 14 de Apocalipsis (mensaje triangélico) constituyen una triple amonestación que debe servir para preparar a los habitantes de la tierra para la Segunda venida del Señor. La declaración " Ha llegado la hora de su Juicio", indica la obra final de la actuación de Cristo para la salvación de los hombres. Presenta una verdad que debe seguir siendo porclamada hasta el fín de la intercesión del Salvador y su regreso a la tierra para llevar a su pueblo consigo. La obra del juicio empezó en 1844 debe proseguir hasta que sean falladas las causas de todos los hombres, tanto como de los vivos como de los muertos; debe extenderse hasta el fin del tiempo de gracia concedido a la humanidad. Y para que los hombres estén debidamente preparados para subsistir en el juicio, el mensaje les manda: " Temed a Dios y dadle gloria... y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de las aguas." El resultado de la aceptación de estos mensajes está indicado en las palabras: " Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". Para subsistir ante el juicio el hombre tiene que guardar la ley de Dios. Esta ley será la piedra de toque en el Juicio. (El gran Conflicto , págs 486-489)

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